FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA
P.D.OUSPENSKY
FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA. P.D.OUSPENSKY BAJAR LIBRO
"Es un hecho que la gran mayoría de la gente ignora el deseo de conocer; rehusa su cuota de conocimiento y descuida aun tomar en la distribución general la porción que les está destinada para las necesidades de su vida. Esto se hacer particularmente evidente en períodos de locura colectiva, de guerras y de revoluciones, cuando los hombres parecen perder súbitamente hasta ese pequeño grano de sentido común que tenían de ordinario, y convertidos en perfectos autómatas, se entregan a matanzas gigantescas, como si ya no tuvieran instinto de conservación. Es así como grandes cantidades de conocimiento, de cierta manera permanecen sin reclamar, y pueden ser distribuidas a los que saben apreciar su valor"
"Pero todos los caminos, tanto el del faquir como el del monje y el del yogui, tienen un punto en común. Todos comienzan por lo que es más difícil, un cambio total de vida, un renunciamiento a todo lo que es de este mundo. Un hombre que tiene un hogar, una familia, debe abandonarlos, debe renunciar a todos los placeres, apegos y deberes de la vida, y partir al desierto, entrar en un monasterio o en una escuela de yoguis. Desde el primer día, desde el primer paso sobre el camino, debe morir para el mundo; solo así puede esperar obtener algo en uno de estos caminos..................Sin embargo, el comienzo del cuarto camino es más fácil que el comienzo de los caminos del faquir, del monje y del yogui. Es posible seguir el cuarto camino y trabajar en él mientras uno continúa atendiendo sus ocupaciones ordinarias, en las condiciones habituales de la vida, sin cortar las relaciones que uno tiene con la gente, sin abandonar nada. Este camino no exige el renunciamiento. Por el contrario, las condiciones de vida en las que un hombre se encuentra cuando emprende el trabajo - o en las que el trabajo lo sorprende, por así decirlo- son las mejores posibles para él, por lo menos al comienzo. Porque ellas le son muy naturales. Ellas son el hombre mismo, porque la vida de un hombre y sus condiciones corresponden a lo que él es. La vida las ha creado a su medida; por consiguiente, cualquier otra condición sería artificial, y en este caso el trabajo no podría tocar inmediatamente todos los lados su ser.
"¿Qué ha de hacer un hombre entonces, cuando comienza a darse cuenta de que no tiene la suficiente energía para alcanzar las metas que se ha propuesto?"
"La respuesta a esta pregunta es que cada hombre normal tiene bastante energía para comenzar el trabajo sobre sí. Sólo es menester que con miras a un trabajo útil aprenda a economizar la energía de la cual dispone, y que la mayor parte del tiempo disipa por completo."
"La energía se gasta sobre todo en emociones inútiles y desagradables, en malos humores, en prisas inútiles, nerviosismo, irritabilidad, imaginación, ensueño y así sucesivamente. La energía se desperdicia en el trabajo equivocado de los centros; en la tensión inútil de los músculos fuera de toda proporción con el trabajo realizado; en la perpetua habladuría que absorbe una enorme cantidad de energía; en el "interés" que dedicamos sin cesar a las cosas que ocurren a nuestro alrededor o a las personas con las cuales no tenemos nada que hacer............"
"Cuánta energía es así gastada en un trabajo profundamente inútil y dañino en todo sentido: actividad de emociones desagradables, preocupaciones, inquietudes, apresuramiento, y toda la secuela de actos automáticos enteramente desprovistos de necesidad alguna. Se pueden dar fácilmente innumerables ejemplos de esta actividad inútil. Ante todo, hay ese flujo incesante de pensamientos que no pueden ser detenidos ni controlados, y que consumen una cantidad enorme de nuestra energía.
Luego está la tensión continua y perfectamente superflua de los músculos de nuestro organismo. Nuestros músculos están contraídos , aun cuando no hagamos nada. Una parte considerable de nuestra musculatura entra de inmediato en acción para el más mínimo trabajo, como si se tratase de realizar el más grande esfuerzo. Para recoger una aguja del suelo, un hombre gasta tanta energía como para levantar a un hombre de su mismo peso. Para escribir una carta de dos palabras, derrochamos una fuerza muscular que bastaría para escribir un grueso volumen.
Pero lo peor es que gastamos nuestra energía muscular continuamente, aun cuando no hagamos nada. Cuando caminamos, los músculos de los hombros y de los brazos están tensos sin la menor necesidad; cuando estamos sentados, los músculos de las piernas, del cuello, de la espalda y del vientre están contraidos inutilmente; aun durmiendo contraemos los músculos de los brazos, de las piernas, de la cara y de todo el cuerpo - y no comprendemos que en este perpetuo estado de alerta con miras a esfuerzos que jamás haremos, gastamos mucha más energía que la que sería necesaria para realizar un trabajo útil, real, durante toda una vida.
"Además, podemos señalar el hábito de hablar sin cesar, de todo y a todo el mundo, y si no hay nadie, de hablarse a sí mismo; el hábito de alimentar quimeras, el ensueño perpetuo, nuestros cambios de humor, los continuos pasajes de un sentimiento a otro, y miles de cosas completamente inútiles que el hombre se cree obligado a sentir, pensar, hacer o decir."
"Para regular y equilibrar el trabajo de los tres centros cuyas funciones constituyen nuestra vida, es indispensable economizar la energía producida por nuestro organismo; no hay que derrocharla en un funcionamiento inútil, sino ahorrarla para la actividad que unirá gradualmente los centros inferiores con los centros superiores."
Todos los procesos psíquicos son materiales. No hay un solo proceso que no exija el gasto de cierta substancia correspondiente. Si esta substancia está presente el proceso se desarrolla. Pero cuando la substancia se agota, el proceso se detiene.
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